Esta travesía es la más larga de España en kayak 306 kilómetros, se realiza entre los ríos Genil y Guadalquivir emulando el trayecto que hacían las barcazas romanas en su descenso hasta el mar, portando ánforas de aceite. En el recorrido aún quedan vestigios, como algunos portus, molino de arcilla y los antiguos emplazamientos de las alfarerías.
La salida es desde el puente Romano de Écija hasta Sanlúcar.
El día de la salida no empezó del todo bien. Por un descuido al no poner el freno de mano, el autocaravan decidió hacer la ruta por su cuenta y casi se pega un baño en las aguas del Genil.
La gente ya estaba preparada y ansiosa por empezar la travesía.
El asunto no pintaba bien, la gente empezó a echar una mano y con la ayuda de un todo terreno estirando del eje trasero y mas de una quincena de compañeros, pudimos sacar los 2500 kilos que se precipitaban al rió.
Después de lo aparatoso del asunto no fue nada.
Esta primera etapa era la mas larga, el Genil tiene algunos tramos con pequeños rápidos y con varios porteos que no tardaron en llegar.
En este molino no había mucha complicacion, pero transcurridos unos kilómetros llego el segundo porteo algo mas difícil y con un mayor recorrido por tierra firme.
A mitad del recorrido llegamos a un salto con algo de dificultas, hubo gente que porteo y otra que decidió saltarlo. Algunos de los que saltaron volcaron y salieron sin dificultad pero sus kayak quedaron atrapados en el rulo. No fue el caso de una compañera que si que la cogió el rulo y hubo que ir a rescatarla.
Poco a poco se fueron sacando los kayak atrapados en los rulos y a seguir.
Al día siguiente nos encontraríamos con uno de los porteos mas complicados, había que sortear la presa sacando los kayak uno a uno con dos pescantes.
Después de la presa, un buen tramo de carretera hasta volver al rió. Conociendo los numerosos porteos, me fabrique un carro desechable con las ruedas de un cochecito de juguete.
Ya en el otro lado reagrupacion y a continuar.
Una parada para comer y descansar un rato. El sol era inquisidor y un poco de sombra se agradecía.
Llegamos al lugar de la acampada, era demasiado pronto y el sol calentaba todavía de lo lindo. Nos tumbamos a la sombra del puente.
No tardaría en aparecer otro porteo. En este caso atravesaríamos un campo de cebada, menos mal que no estaba el dueño.
La noche la pasaríamos en un cortijo situado sobre los resto de una de las alfarerías Romana mas importantes de la zona, se podían encontrar restos de cerámicas por todas partes y la casa estaba hecha con ladrillos Romanos reciclados
Al tercer día de travesía nos encontramos con un molino de arcilla Romano que se conserva en muy buen estado. De aquí se abastecían todas las alfarerías de la zona.
No tardaría en aparecer otro porteo. En este caso atravesaríamos un campo de cebada, menos mal que no estaba el dueño.
Unos kilómetros rió arriba, en unos rápidos con gran cantidad de piedras volqué, sin darme tiempo a skimotear me golpee la cara contra el fondo. Nada serio, unos puntos de sutura y a palear.
Después del campo de cebada, una carretera y un terraplén.
La noche la pasaríamos en un cortijo situado sobre los resto de una de las alfarerías Romana mas importantes de la zona, se podían encontrar restos de cerámicas por todas partes y la casa estaba hecha con ladrillos Romanos reciclados
Ya amaneciendo nos pusimos a preparar los kayak, hoy llegaríamos a Sevilla.
Sobre las tres de la tarde llegamos al un club náutico de Sevilla donde pasaríamos la noche, esta etapa fuimos rápidos ya que la marea empezaba a notar se y pasadas las tres de la tarde la tendríamos en contra. Hubo compañeros que llegaron cuatro horas mas tarde.
Nos levantamos pronto para estar paleando a las ocho, queríamos aprovechar la bajada de la marea y llegar al lugar de acampada antes de la subida.
Fue otra etapa rápida y el cansancio se reflejaba en nuestras caras. Ya cerca de las marismas los mosquitos iban en aumento y eso que era de día, ni pensar quiero cuando llegue la noche.
Ya solo quedaba cargar los kayak y celebrarlo con una buena comida.
Nos levantamos pronto para estar paleando a las ocho, queríamos aprovechar la bajada de la marea y llegar al lugar de acampada antes de la subida.
Era frecuente encontrarse con las típicas barcas de pesca del Guadalquivir.
Fue otra etapa rápida y el cansancio se reflejaba en nuestras caras. Ya cerca de las marismas los mosquitos iban en aumento y eso que era de día, ni pensar quiero cuando llegue la noche.
Era la ultima etapa, queríamos llegar a Sanlúcar para comer y había que madrugar mas para que no nos pillara los últimos kilómetros subiendo la marea.
Ya a poco metros del final, paramos para reagruparnos y así llegar todos juntos.
Ya solo quedaba cargar los kayak y celebrarlo con una buena comida.
La furgoneta, que sin ella nos habría sido mas penosa la travesía.
Como es costumbre, a todos los que acaban la ruta se les obsequia con una replica de una ánfora Romana.
Aconstumbrado a tartesias por mar, esta ruta a sido algo diferente. Quiero hacer mención a lo atractivo de sus parajes y a la muy buena gente con la que he compartido estos inolvidables días.
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